Que las copas gremiales se llamen Bienvenidas es encantador. Es además, parte del mundo social del trabajo que parece escurrirse —siendo benevolente y eufemística— cuando nos hastiamos de los otros, y de los de(más) también.
Que las copas gremiales se llamen Bienvenidas es encantador. Es además, parte del mundo social del trabajo que parece escurrirse —siendo benevolente y eufemística— cuando nos hastiamos de los otros, y de los de(más) también.
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