iba a titularlo 'Libertad, Igualdad, Propiedad y Bentham' pero me pareció pretencioso
Equívocos / Inequívocos
(la catarsis de hoy)
Los bancos en la Argentina y en particular en la ciudad de Buenos Aires se han transformado en lugares donde pareciera estar habilitado e incluso incentivado el despliegue de gestos, palabras e interacciones que las mismas personas que los encarnan condenarían en otros. Razones hay, de sobra.
Al menos en la historia reciente, la banca privada encarna el desplazamiento material de la deuda social en su ilegitimidad más profunda; salvados una y otra vez en favor de un sistema que los condena a destrozar sin tregua. Asimismo, la banca en general, es un condensado polo simbólico de las valoraciones respecto de la macroeconomía; en un rango que va desde el descontento virulento a la pausa silenciosa de la resignación.
Se dirá que hacer cola para pagar es una estafa moral, que ya hay una canción al respecto, que no hay caridad interpretativa que sostenga esa práctica.
Ciertamente. Las largas esperas de pie, la incómoda certeza de que las cosas podrían funcionar de otro modo, la desinteligente prohibición de usar el celular –que no solo peca de anacrónica sino casi de irracional considerando las ambiguas virtudes de la tecnología en relación con la ansiedad-, el telón semi rígido para prevenir salideras... Motivos sobran y que a nadie le parezca digno de tomárselo como una experiencia fellinesca ya dice bastante de la pantomima. Los banco son, en todo el sentido del término, lugares, y son lugares de violencia
.
En este banco en particular, hay dos colas. A la derecha, las cuentas que tienen nombres de metales preciosos. A la izquierda, el resto. La metonimia que nos divide es la misma que nos abraza.
Saco un libro, pero no paso el párrafo y medio. Las personas a mi alrededor estaban alborotadas. Pienso, prejuiciosamente: pff otra escenita más del porteño nervioso medio que se queja de lleno.
Busco los auriculares pero algo me detiene. Había llegado, claramente durante un impasse de una escena que me antecedía
- Esta va más rápido ¿cómo puede ser? Un rubio cuarentón señala ambas filas con rabia mientras se acomoda la campera importada
- Sí, yo estaba mirando lo mismo. Responde una chica con una sonrisa tímida mientras se acomoda su pelo largo y lacio amorosamente cuidado
- Es ridículo, no se entiende que ESTA cola avance más lento que ESA. Replica insistentemente el rubio, que ya va subiendo el tono y mete la mano en su bolsillo como certificando que allí sigue su celular, para luego acomodarse la campera otra vez
- Al final es mejor no tener esta cuenta, uno paga muchísimo y no sirve de nada. Agrega un señor corpulento, de traje impecable a quien el rubio le sonríe con el tipo de complicidad que certifica y alienta
- ¡Hay que quejarse! vocifera un corito envalentonado
Y dele que dele con la comparación entre ambas filas; mientras los que estamos en ESA los observamos en silencio, y seguramente con compartido hastío
- ¡Sí, sí, hay que quejarse! Vocifera el resto de la fila (dos tipos y tres mujeres, todos entrados en años y kilos pero con la dignidad de los zapatos brillantes y las carteras sin ajar)
- Y… yo me pasé a esta cola porque vi que iba más rápido, pero en realidad pertenezco a la otra. Así acapara todas las miradas una rubia setentona, altísima, elegante y aficionada a la cirugía, que hace alarde de su travesura.
Mientras el gordo de traje resopla y se vuelve realmente molesto, la rubia de quirófano vuelve al embate:
- Si cuando me toca me dicen que tenía que hacer la ota cola yo les voy a decir que me puse acá porque me corresponde, porque ESA cola (su verdadera ESTA) tendría que ir más rápido.
- Sí, no lo puedo creer. Acota el rubio repetitivo y se gira hacia nosotros, hacia los de ESA fila, y nos mira despectivamente.
Parece que se da cuenta de su error, y acota:
- Perdón, no es personal, pero no puede ser esto…
Se instala un extraño silencio que se prolonga hasta que aparece una empleada del banco y saluda al rubio.
- Hoy estoy para quejarme, le dice él en un explícito tono de broma mientras se saludan con un beso en la mejilla. La bancaria, con actitud blindada, le pregunta por la familia y divierte la conversación
Vuelve a la carga la rubia platino como su cuenta bancaria:
- Disculpas por la interrupción, eso que dijo el muchacho, yo sí tengo una queja. La mujer rubia interrumpe e interpela a la empleada con pundonor pero decidida a llevarse ESA y ESTA filas por delante. Mientras tanto: Bien, alguien tenía que decirlo. Chismorrean los de atrás.
¿Por qué nosotros tenemos que esperar más? Dice la rubia en un gesto de brazada olímpica que traspasa el andarivel de los metales preciosos, como aclarando que sólo situacionalmente y en claro un arrojo de inteligencia y no de ilícito se pasó al otro lado. Es que, es claro, es su derecho.
- Ay si, disculpe, hoy es un lío no anda nada. Lo lamento. La división de las dos colas es operativa porque están separadas las operaciones para diferentes cuentas, no es que una vaya más rápido, es para agilizar la atención de todos, le pido disculpas
Silencio abismal. Ha dicho Todos. Los de ESA sonreímos, en un embate de frívola burla a la campera importada, el traje impoluto y el platinado.
Roto así el encanto falso del privilegio, rota la expectativa del derecho a montarse en la topadora de la jerarquía, se instala la resignación que nos abraza como la metonimia. Ahora parecemos destinados a confundirnos, en la espera eterna, la misma de los jubilados que van solos, o la de los planes, la hilera para pagar, la fila para comprar el dólar ahorro, la de los impuestos a las ganancias, el alquiler, la renta, el cheque endosado, el préstamo…
Ok, la conclusión puede parecer obvia: estructuras de desigualdad producen estructuras desiguales de imaginación.
Ahora bien, lo curioso es cómo la fiaca interpretativa no generó ninguna hermenéutica creativa y torció un poquito la alianza entre coerción y absurdo.
Los bancos no son sólo instituciones violentas en el sentido abstracto. Al estar involucradas con la asignación de recursos dentro de un sistema de derechos de propiedad en un sistema que se basa en última instancia en la amenaza de la fuerza, lo son en el sentido más real. Pero esa violencia burocrática en la que se amparan, que sustituye la necesidad de comprensión, traicionó –al menos así lo veo yo- sus propios fundamentos por su misma tonta violencia.
La capacidad de las decisiones arbitrarias de evitar el tipo clarificación y renegociación típica de las relaciones sociales más igualitarias, hace que sus víctimas vean a los procedimientos creados sobre la base de la violencia como algo tonto o irrazonable. Sin embargo unos y otros, los de ESTA y los de ESA, desconocíamos la normativa; y a todos nos pareció bastante razonable.
catarsis inspirada en: https://libcom.org/library/beyond-powerknowledge-exploration-power-ignorance-stupidity
https://www.marxists.org/archive/marx/works/1867-c1/ch06.htm